Hace unos meses el Departamento de Actividades Extraescolares, tras muchas conversaciones y trabajo, propuso hacer un intercambio con el instituto muniqués Robert Bosch FOS en el mes de junio, recién acabados los exámenes, por lo que aceptamos sin necesidad de pensar. El grupo estaba formado por diez estudiantes de todas las ramas y niveles educativos del instituto.

Comenzamos a hablar con nuestros compañeros alemanes y las ganas de conocernos eran mayores cada día, hasta que llegaron a España y comenzaron 13 días frenéticos de excursiones lúdico-culturales y convivencia en familia, que debido a la intensidad de las relaciones, han provocado más de un llanto en la despedida.

Cuando les dimos la bienvenida en nuestro instituto todo eran dudas acerca de cómo resultaría la convivencia, pero rápidamente nos dimos cuenta de que éramos muy parecidos y de que unos cuantos miles de kilómetros no son nada cuando hay voluntad de aprender y pasárselo bien.

Durante los seis días que estuvieron en Talavera les enseñamos cuánto significa la cerámica para nosotros, probaron los churros, las tostadas de jamón con tomate, fuimos a Madrid y a Toledo, donde les enseñamos los lugares más representativos, como el templo de Debod, el Retiro, el palacio real, las catedrales, el Alcázar, Zocodover y un lugar de culto religioso de cada una de las tres culturas coexistentes en el pasado, además del sofocante calor español. Estas visitas se complementaron con tardes de piscina y salidas nocturnas que reforzaron la confianza y el acercamiento entre todos.

Al cabo de unos días ya éramos una familia y estábamos atentos unos de otros.

Cuando les tocó recibirnos en Múnich lo hicieron con los brazos abiertos y con unas ganas inmensas de presentarnos a sus familias, de acogernos y de enseñarnos su ciudad lo mejor posible.

La acogida por sus familias fue muy cálida y rápidamente nos adaptamos a las costumbres, las comidas y los horarios.

Al ser Múnich una ciudad bávara, pudimos disfrutar de los mejores platos tradicionales de esta región, como los famosos Bretzel con mantequilla de la mejor calidad, el Schnitzel, las salchichas de mil variedades y sus deliciosos panes, así como del Spetzi (impensable en España), de la maravillosa cerveza en vasos de un litro, y de las salidas nocturrnas top secret. Visitamos la catedral, el ayuntamiento, el inmenso jardín de los ingleses y los famososs Biergarten, en los que se rinde culto a la cerveza y a la comida bávara, y tomamos el sol acomañados de alemanes con sus trajes tradicionales a la orilla del río más largo de la Unión Europea: el imponente Danubio.

Ha sido un viaje inolvidable y las amistades durarán mucho tiempo. Además, todos hemos mejorado en los idiomas extranjeros, ya sea inglés o alemán, pero no solo eso, sino que hemos aprendido a adaptarnos al cambio, a las personas, hemos visto las cosas desde otra perpectiva, hemos visto los efectos de la sociedad enfocada al esfuerzo, incluso alguno de nosotros se quedó impactado al ver un campo de refugiados sirios, donde todo es muy distinto de lo que vemos en nuestros cómodos sofás. Hemos vivido en una diversidad cultural mucho mayor a la existente en España, nos hemos unido y, sobre todo hemos hecho ganas de seguir viajando y participar en cualquiera de los proyectos que se oferten en nuestro instituto.

Sin duda ha sido una experiencia inolvidable y ojalá se sigan ofertando tantos proyectos internacionales. ¿Quién nos iba a decir en septiembre que acabaríamos el curso en Múnich?

Diego Rodríguez